Muerto el perro se acabó la rabia”. Esto debieron pensar el Ministro Soria y los hermanos Nadal cuando pararon las renovables, redujeron retroactivamente su retribución y subieron los peajes. Pero cuando en esta ola de frío de enero de 2017 se dispara el precio de la energía y la electricidad, ¿a quién echamos la culpa?

El clima ha demostrado que la última reforma energética es una chapuza de dimensiones de auténtica crisis. Este fracaso se explica por varias razones:

  1. Error de diagnóstico sobre el origen del déficit de tarifa al confundir, con falta total de transparencia, los costes reconocidos con los costes reales del sistema eléctrico y gasista.
  2. Error al culpar únicamente a las renovables de la subida de la luz ignorando los sobrecostes del carbón, de la CESUR, de los pagos por capacidad y restricciones técnicas, de interrumpibilidad, extrapeninsulares, derechos de CO2, dependencia energética, etc.
  3. Error por no reconocer la evidencia de que la mayor penetración de renovables reduce los precios del mercado mayorista y la mayor participación del gas y el carbón los encarece.

La reforma solo tenía el objetivo de garantizar la sostenibilidad económica del sistema eléctrico y gasista, asegurando los ingresos suficientes a través de un precio elevado de la energía en el mercado mayorista con medidas como:

  1. No modificar la metodología de conformación de precios, manteniendo la referencia del gas y el carbón, que son las fuentes de energía más caras.
  2. Frenar las renovables y la eficiencia energética porque reducen los ingresos del sistema y la facturación a los consumidores.
  3. Subida automática de los peajes para eliminar el déficit de la tarifa eléctrica y gasista y garantizar así la financiación del sistema.
  4. Eliminar el control de la competencia y de la transparencia a través de una CNMC sin atribuciones ni carácter vinculante de sus decisiones, capturada por el poder ejecutivo y las puertas giratorias.

En el verano de 2015 el Ministro Soria anunció su renuncia a reformar el mercado mayorista porque la legislatura tocaba a su fin. La verdad es que desde 2013 los impactos de la crisis económica, la influencia de los fenómenos climáticos y un hecho poco analizado, como la bajada estructural de la demanda eléctrica, hicieron cundir el nerviosismo y nuestro particular Tea Party eléctrico insistió, una vez más, en sacar las renovables del sistema.

El resultado a la vista está. Si las renovables bajan el precio mayorista y el gas y el carbón lo elevan lo sensato hubiera sido hacer más renovables, sobre todo solar distribuida. Por el contrario, se han frenado, penalizado y descalificado a las renovables y se ha hecho una regulación para impulsar los hidrocarburos, principalmente el gas natural.

Si el ahorro de energía favorece la reducción de costes energéticos a hogares y empresas y la reducción de las importaciones energéticas, se debería haber facilitado la gestión de la demanda a los consumidores. Por el contrario, se ha multiplicado el término de potencia que penaliza el ahorro de energía, se ha desarrollado un plan de contadores inaccesibles a los consumidores y aprobado un decreto de autoconsumo plagado de barreras económicas y administrativas.

La solución pasa por más renovables distribuidas y más eficiencia energética. Sin embargo, la reforma energética se ha pensado para un mix dependiente del exterior, obsoleto, caro y contaminante que solo se mantiene por su opacidad y falta de competencia. ¿Por qué? La mayor parte del sector energético, incluidas las redes de petróleo, gas y electricidad, son propiedad de fondos de inversión extranjeros, principalmente árabes. Este hecho explica la lluvia de dividendos con que el sector energético ha recibido 2017, con rentabilidades superiores al 5% y 6,5%. Porque el inversor extranjero antepone su dividendo a los intereses del país que ha perdido definitivamente su soberanía energética.

Agárrense porque esto no ha terminado. Aún habrá quien diga que todo lo que sube baja

 Artículo de Javier García Breva

Mostrando 2 comentarios
  • Alex
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    Muy de acuerdo, salvo en que sobre todo se debería haber incidido en solar distribuida. Creo que en general, y más en esta época, no sería lo más adecuado. Desde mi punto de vista habría que invertir más tanto en minieólica como sobre todo en hidraulica .

  • Juan Manuel sanchez Carrasco
    Responder

    Los windfall profits o beneficios caidos del cielo redundan en la idea de sobre retribuir las tecnologías más obsoletas y peligrosas, nuclear, o las que tienden a menos generación como la hidráulica debido a las mayores sequías venideras,…, las distribuidas como fv o mini eolica están igual de penalizadas en la actual reforma eléctrica y son las que sin duda nos sacaran del atolladero.

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