La jornada sobre “El liderazgo energético de Europa 2030” celebrada el pasado 22 de abril y organizada por La Oficina de Javier García Breva se propuso trasladar el debate energético europeo a la sociedad con la participación de Mikkel Larsen, de la Embajada de Dinamarca, Carolina Probst, de la Embajada de Alemania, José López-Tafall, Presidente de la Asociación Empresarial Eólica, Santiago Carcar, periodista y Cote Romero por la Plataforma por un nuevo Modelo Energético.

La respuesta de Europa a los desafíos de la seguridad de suministro y los impactos del cambio climático necesita una estrategia energética común y vinculante

Partiendo de la reflexión de Javier García Breva, experto en políticas energéticas, sobre la débil respuesta europea ante los retos que plantean para el futuro de Europa la excesiva dependencia de los combustibles fósiles, puesta en evidencia ante el conflicto de Ucrania, o los impactos del cambio climático, expresados en el tercer informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, la jornada puso de manifiesto que otra alternativa energética es posible basada en objetivos más elevados de renovables, eficiencia energética y reducción de emisiones que los propuestos por la Comisión Europea y con compromisos nacionales vinculantes para dar seguridad a las inversiones necesarias que reduzcan las importaciones energéticas y favorezcan el liderazgo tecnológico e industrial europeo.

Crecimiento con más renovables

Alemania y Dinamarca representan un modelo energético que considera la alta dependencia energética de los combustibles fósiles y la seguridad de suministro como el primer problema energético y han decidido resolverlo con una estrategia a largo plazo para incrementar la energía autóctona, prescindiendo de la energía nuclear, y desconectar el crecimiento del PIB del mayor consumo de energía y de las emisiones de CO2.

La propuesta de la Comisión Europea sobre objetivos de energía y clima para 2030 antepone los intereses nacionales a una visión supranacional de la seguridad energética y el medio ambiente

Se consideran las importaciones de gas y petróleo como pérdida de renta nacional y de recursos que se podrían destinar al crecimiento económico y al empleo, con mayor motivo al ver cómo las reservas del Mar del Norte descienden rápidamente y cómo los precios del gas crecen mientras los de las renovables disminuyen. Se consideran las renovables una inversión para el futuro, pues sus costes se equilibran con los ahorros que producen.

Alemania y Dinamarca han definido su hoja de ruta energética a largo plazo sin nucleares, planificando una transición energética basada en más eficiencia energética, más renovables, interconexiones y redes inteligentes, con objetivos más elevados que los que ha establecido la Unión Europea y con el convencimiento de que las renovables pueden sustituir a las nucleares.

Los principios de estabilidad regulatoria y seguridad jurídica son un ejemplo a seguir ya que en ambos países se han producido cambios de Gobierno y de partidos en el Gobierno que no solo han mantenido esta estrategia energética sino que la han ratificado y los cambios regulatorios no contemplan en ningún caso normas retroactivas sino una mayor seguridad a las inversiones por respeto a los consumidores y a los productores de fuentes renovables.

Crecimiento sin renovables

El mensaje que se lanza desde España es todo lo contrario: no hay apoyos para las renovables ni los habrá. La falta de cultura energética impulsa un modelo energético sin eficiencia energética y mayores importaciones de gas, petróleo y carbón, es decir, un modelo basado en preservar la rentabilidad y uso de los combustibles fósiles y las nucleares. La falta de competencia y reguladores independientes garantiza unos ingresos al sistema eléctrico por encima de los costes reales de generación frente a la reducción de precios que provocan las renovables en el mercado mayorista y su mayor competitividad.

Existe una relación entre la crisis del liderazgo europeo y la elevada dependencia energética

La ineficacia de la regulación española ha hecho que crezcan en paralelo el coste de la dependencia energética, los déficits de tarifa eléctrica y gasista, la sobrecapacidad del sistema, el intervencionismo, el recibo de la luz, el riesgo regulatorio y la inseguridad jurídica a la vez que se penalizan y paralizan las renovables y se levantan barreras a la eficiencia energética y la generación distribuida. Se impide así la reducción de costes energéticos a consumidores y pymes.

Desconectar el crecimiento económico del consumo de energía y de las emisiones de CO2 es la estrategia energética que promoverá el liderazgo de Europa

Mientras la energía eólica se ha convertido en la primera fuente energética del país, la reforma eléctrica ha decidido renunciar al liderazgo mundial de España y perder o deslocalizar la industria y la tecnología nacional en tecnologías limpias. España perderá el tren de las renovables por la reforma energética del Gobierno y renuncia al enorme potencial de su única energía autóctona disponible como son los recursos renovables y el ahorro de energía.

Cuando la energía solar y la eólica ya son competitivas y cuando se ha comprobado cómo sólo en 2012 han ahorrado más de 36 millones de toneladas de CO2 y 13 millones de toneladas equivalentes de petróleo, no se puede seguir negando y ocultando que las renovables son un factor de competitividad para la economía.

Las soluciones no van a venir a través de un mayor desarrollo de las capacidades del sistema gasista, actualmente en situación crítica, ni de una reforma eléctrica basada en mantener un precio mayorista de la energía alto para defenderse de la competitividad de las fuentes renovables ni de negar los costes crecientes del cambio climático, sino de avanzar hacia un nuevo modelo que sustituya los combustibles fósiles y la energía nuclear por energías renovables y haga la transición de la generación centralizada hacia la generación distribuida en beneficio de los consumidores. Se trata de definir un modelo energético en alianza con la sociedad.

 La respuesta europea

Los países que antes avancen hacia un modelo energético que garantice la seguridad de suministro, la reducción de costes y la sostenibilidad ambiental lideraran el mundo. Europa puede hacerlo a través de una política energética común y evitando las distintas velocidades que ya hoy se pueden observar en las diversas políticas nacionales.

Son necesarios objetivos más ambiciosos de renovables, ahorro y reducción de emisiones como estímulos para la recuperación económica y el empleo

Los dos principales cuellos de botella que la energía representa para el futuro de Europa son la seguridad de suministro por la elevada factura de las importaciones de combustibles fósiles y los crecientes impactos económicos y sociales del cambio climático por un mix energético que es responsable del incremento de las emisiones de CO2.

La respuesta europea debe ser rápida y eficaz:
  1. La consideración de la energía como una cuestión crucial para el bienestar, la cohesión social y el liderazgo de Europa en el mundo, con visión estratégica como política supranacional y por encima de intereses particulares, tanto nacionales como de corporaciones energéticas.
  2. Acelerar el cumplimiento por los Estados miembros de las directivas europeas y los objetivos de energía y clima establecidos para 2020 por el Consejo y el Parlamento europeos.
  3. Establecer para 2030 objetivos nacionales vinculantes más ambiciosos de renovables, ahorro energético y reducción de emisiones como parte de una estrategia de política industrial vinculada al cambio del mix energético y a la recuperación de la economía y el empleo.

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